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Algunas coordenadas esenciales sobre la carrera al Senado en Oaxaca

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Adrián Ortiz Romero Cuevas

Lunes 7 de mayo de 2018.

En el juego de las percepciones, en el que algunas encuestas sirven más como herramienta emocional que como guía sobre un proceso electoral, la carrera rumbo al Senado parece en Oaxaca un escenario resuelto. Vale la pena considerar que aún con la inercia de la campaña presidencial, hoy las condiciones que definirán el triunfo o la derrota de los aspirantes a un escaño, son muy distintas a las de todas las elecciones previas. Como referente, vale la pena considerar algunas coordenadas básicas sobre dicho proceso.

En efecto, hoy muchas personas asumen como algo irremediable dos cuestiones que, en realidad, deberían ser puestas en duda. La primera, es que el triunfo de los candidatos del partido Movimiento de Regeneración Nacional es irremediable, y que por esa razón no hay mucho que hacer en cuanto a proselitismo o convencimiento de electores. La segunda, son las referencias que han dado algunas encuestas, respecto a quién tiene mayores posibilidades de ganar, a pesar de que faltan más de cincuenta días para la jornada electoral, y de que aún hacen falta por definir diversas circunstancias relacionadas con el equilibrio entre los poderes y los partidos.

Respecto a lo primero, ¿es irremediable el triunfo de los candidatos de Morena? En un escenario lineal, pudiera parecer que sí, aunque en realidad es menester considerar dos cuestiones de inicio —al menos en Oaxaca—: primera, que hace seis años la izquierda aún venía consolidada en un solo frente electoral, en el que estaban todos los que hoy integran Morena, además del PRD, PT y otras fuerzas como Movimiento Ciudadano. La segunda, radica en que hoy, no sólo Morena es una fuerza importante escindida en buena medida de las filas del PRD, sino que éste mismo tiene hoy conformada una alianza con el PAN.

Ello explica la situación actual del Senado, pero también las modificaciones en los resultados que podría implicar el solo cambio de las estructuras partidistas. ¿De qué hablamos? De que, en 2012, esa fue la razón por la que Benjamín Robles Montoya —entonces candidato del PRD al Senado— triunfó con holgura en los comicios federales, a pesar de que Andrés Manuel López Obrador no alcanzó la presidencia. ¿Qué pasó ahí? Que toda la estructura de la izquierda respondió eficazmente, y que al ser una sola en aquel entonces, pudo operar con comodidad arrasando no sólo al PRI, sino sobre todo a Acción Nacional.

En aquellos comicios, Robles ganó venciendo a los candidatos del PRI y del PAN, que parecían lo suficientemente fuertes como para ser competitivos. ¿Qué pasó? Que al no haber gobierno priista en Oaxaca en aquel entonces, el partido tricolor no tuvo estructura electoral y por eso el arrastre que tuvo Eviel Pérez fue la combinación del capital electoral que le quedaba luego de los comicios a gobernador de 2010, y de la fuerza que generó el PRI con Enrique Peña Nieto como candidato presidencial.

El caso del PAN fue aún más dramático: el grupo que entonces gobernaba la entidad, tenía la firme intención de perfilar a uno de sus líderes morales, Diódoro Carrasco Altamirano, como Senador. Lo empujaron por la vía del PAN, partido por el que ya había sido diputado federal plurinominal y al que, de hecho, se habría ya afiliado como militante activo.

¿Qué ocurrió? Que aun teniendo la venia, y el respaldo institucional y económico del entonces Gobernador Gabino Cué, Carrasco Altamirano nunca pudo figurar sosteniblemente como un posible triunfador en la carrera al Senado, a pesar de que durante toda la campaña se mantuvo en un juego de percepciones y encuestas, con los que preveía que sería el absoluto ganador en la contienda rumbo a la Cámara alta. No ocurrió porque, en una situación aún más complicada que la del PRI, el PAN en Oaxaca carece de todo tipo de estructura y capacidades de movilización para tener resultados electorales competitivos. Ello demostró la dimensión del espejismo que es el panismo oaxaqueño, el cual debiera también ser considerado en este proceso.

 

JUEGO DE PERCEPCIONES

El PRD y el PAN impulsan a Héctor Pablo Ramírez Puga Leyva, y éste ha asumido una postura resuelta como inminente ganador. La realidad indica que para que esa actitud estuviese respaldada por la realidad, el ex Director de Liconsa debería tener, además de una estructura de campaña, una red importante de militantes dispuestos a apoyarlo. Y ahí es donde está el problema.

Ya que por un lado, el PRD es un partido disminuido no sólo en Oaxaca, sino en el país, gracias al importante éxodo de militantes y simpatizantes perredistas hacia la causa de Morena. Y el PAN ha sido —como se expresó en líneas anteriores— un partido que ha tenido, en Oaxaca, serios problemas para demostrar que tiene una militancia activa y pujante que es capaz de lograr triunfos en presidencias municipales, diputaciones locales, federales y la Senaduría. El caso de Diódoro Carrasco como candidato panista al Senado en 2012, es prueba fehaciente de ello.

En el caso del PRI, hay más elementos que considerar que los antecedentes inmediatos. Hasta ahora, es todavía poco lo que se ha visto respecto a la intervención del grupo gobernante en el proceso electoral. Éste será natural y quizá también obligado, porque independientemente del resultado electoral nacional, en la entidad se jugarán también condiciones complejas para la gobernabilidad. El grupo priista oaxaqueño no puede desconsiderar la posibilidad de no tener sendas bancadas robustas en los congresos local y federal, porque ello significaría la circunstancia de quedarse sin los elementos de gobernabilidad que son necesarios para todo gobierno a través de sus legisladores.

Por eso, finalmente la contienda final apunta a que ésta sería entre los candidatos al Senado por Morena y el PRI. De hecho, la diferencia entre unos y otros, ha radicado en la intensidad del trabajo que han realizado hasta el momento, y del nivel de organización que pudieran tener respecto a la campaña y al día de la jornada electoral. Susana Harp es una figura relativamente conocida, pero ajena a los procesos políticos y electorales, y anclada únicamente al destino que siga la candidatura presidencial del partido que la postula y a la apuesta del voto no diferenciado en Oaxaca.

 

PREVISIÓN AL CIERRE

Raúl Bolaños, finalmente, ha caminado con intensidad porque sabe que su posición electoral es cuesta arriba, no respecto a la coalición PAN-PRD, sino a Morena. Por esa razón, en el cierre de la campaña, es previsible que la batalla final ocurra entre estas dos fuerzas políticas por los dos escaños de mayoría relativa, y por el de primera minoría.

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